Federigo Fiorillo fue un mandolinista y compositor, que escribió treinta y seis caprichos para violín, también llamados estudios. El padre de Fiorillo era Ignazio Fiorillo, un napolitano que también tocaba la mandolina. A principios del siglo XVIII, Ignacio fue nombrado director de la Ópera de la Corte de Brunswick y se instaló allí, donde nació su hijo Federigo. La educación musical temprana de Federigo estuvo a cargo de su padre. Heredó el amor de sus padres por la mandolina y obtuvo un dominio total sobre ella, capaz de mostrar dominio de los delicados matices de tono de los que era capaz. Como mandolinista actuó en la mayoría de las cortes reales de Europa, pero los recursos del instrumento en este período eran limitados, al igual que la demanda de mandolinistas. Se vio obligado a dedicar su atención a otros instrumentos de cuerda, principalmente el violín y la viola. En 1780 viajó a Polonia y en 1783 fue director de la banda en Riga durante dos años. Dos años más tarde tocaba el violín con éxito en los Concerts Spirituels de París. Mientras estuvo en París, publicó algunas de sus primeras composiciones, que fueron bien recibidas. En 1788 visitó Londres, donde tocó la viola en el cuarteto de Saloman. Fiorillo hizo su última aparición pública en Londres en 1794, cuando interpretó un concierto para viola en el Antient Concert. Después de dejar Londres se fue a Amsterdam, y de allí a París en 1873. El historiador de la música Philip J. Bone consideró que los "treinta y seis caprichos para el violín están a la par de los estudios clásicos de [Joseph] Kreutzer y [Pierre] Rode, y, aparte de su utilidad, no carecen de mérito como composiciones... han sido editadas por innumerables violinistas de renombre, y [Louis] Spohr escribió y publicó una parte de violín que las acompaña." Otras composiciones de Fiorillo incluyen conciertos, dúos, tríos, cuartetos y quintetos para instrumentos de cuerda.