Frédéric Chopin escribió su primer concierto para piano en 1830. Se estrenó ese mismo año y se publicó después de su siguiente concierto, por lo que llegó a ser conocido como Concierto para piano núm. 2, en fa menor, aunque fue el primero en componerse. Escrita antes de que Chopin terminara su educación formal, la pieza delata cierta sofisticación en términos de desarrollo formal. Presenta una parte de piano extremadamente dominante, en la que la orquesta deja toda la responsabilidad del desarrollo musical al solista, ignorando así la interacción que es el pilar de un concierto instrumental. Incluso se ha considerado deficiente la instrumentación del concierto (Berlioz criticó el trato que Chopin dio a la orquesta). La pieza lleva la inconfundible influencia de la ópera italiana -denominador común de los pianistas de la época de Chopin- así como de la mazurca polaca.
