En 1880, Tchaikovsky abandonó Rusia para viajar por Europa, aprovechando al máximo el apoyo de su patrocinadora, Nadezhda von Meck. Empapado de la música local mientras estaba en el extranjero, coleccionó melodías de recuerdo para usarlas más tarde; sus favoritos de las calles y los libros de música de Roma formaron la base de su Capriccio Italien, una mezcla que ha sido una de sus obras orquestales más populares desde entonces. Aunque se basa en material prestado, el Capriccio es un clásico de Tchaikovsky, fácilmente identificable por su orquestación distintiva y estructura estricta, dos aspectos de la obra del compositor que a menudo se pasan por alto en favor de su propio don para la melodía y el sentimiento. Capriccio Italien es puro entretenimiento, desprovisto de una intención expresiva mayor, pero es todo menos simple. La tremenda variedad de estados de ánimo y colores puede recordarle al oyente cualquier cosa, desde un poema sinfónico épico hasta un calíope de circo, y la forma en que todas estas cosas se entrelazan en una estructura más amplia y coherente, y la infalible melodía de la obra, son el núcleo. de su atractivo.
