Isaac Albéniz murió en 1909 sin terminar Navarra, pieza de gran envergadura, y considerada por los musicólogos como hermana de las obras de Iberia. De hecho, Albéniz había considerado al principio Navarra como el final de la suite Iberia, pero aparentemente no le gustaba cómo se desarrolló la música. Navarra recrea -aunque de forma artística- una jota, un baile popular español, que a Albéniz le pareció bastante alejada del estilo ibérico, aunque la crítica ha discrepado sistemáticamente de esta opinión. Sólo 228 compases de Navarra fueron escritos por Albéniz: su amigo y discípulo Déodat de Sévérac retomó la obra tras su muerte, finalizándola de forma sobria. El compositor catalá Jaime Pahissa también escribió una conclusión para Navarra, aunque la versión de Severac es la más interpretada. Albéniz tenía previsto dedicar la obra a la reconocida pianista francesa Marguerite Long.
