Concierto para violín, piano y cuarteto de cuerdas en re, op. 21
Compuesta entre 1889 y 1891, esta composición ha sido descrita como desafiante a la categorización. Si bien no emplea el escenario tradicional de orquesta versus solista, logra evitar sonar como una obra de sexteto tradicional. El cuarteto de cuerda funciona como acompañamiento, dejando los papeles principales al violín solista y al piano. Chausson optó por evitar el sonido wagneriano y se conformó con una serie de recursos compositivos que permitieron a su obra crear su propia atmósfera, llena de efectos que a veces recrean un ambiente religioso (como el uso de paralelismos).