La novena sonata para violín de Beethoven, comúnmente conocida como Sonata Kreutzer, se publicó como su op. 47. Es conocido por su exigente parte de violín, su duración inusual (una interpretación típica dura alrededor de 40 minutos) y su alcance emocional: mientras que el primer movimiento es predominantemente furioso, el segundo es meditativo y el tercero alegre y exuberante. Originalmente dedicada al violinista George Bridgetower -quien la interpretó a primera vista con Beethoven en el estreno de 1803-, más tarde se volvió a dedicar a Rodolphe Kreutzer, considerado el mejor violinista de la época. El motivo del cambio fue que, al parecer, Bridgetower había insultado a una mujer querida por Beethoven. Kreutzer, sin embargo, nunca realizó el trabajo por considerarlo ininteligible. Se dice que, en realidad, no le interesaba mucho la música de Beethoven.