El Concierto para violín n.º 3 en si menor, op. 61, de Saint-Saëns fue escrito en 1880 y dedicado al también compositor y virtuoso Pablo de Sarasate, quien interpretó la parte solista en el estreno. Aunque el tercero (y último) de los conciertos para violín de Saint-Saëns parece imponer menos exigencias técnicas al solista que sus predecesores, su invención melódica y su sutileza impresionista presentan importantes desafíos interpretativos. Este énfasis es más notable en el segundo movimiento y el coral del final, que recuerda la conclusión del Cuarto Concierto para piano. Posiblemente por ello, el concierto de Sarasate junto con la Introducción y el Rondo Capriccioso, op. 28, y la habanesa, op. 83, han perdurado como las principales obras concertantes para violín de Saint-Saëns que todavía se escuchan con regularidad en la actualidad.
El Concierto para violín n.º 3 en si menor, op. 61, de Saint-Saëns fue escrito en 1880 y dedicado al también compositor y virtuoso Pablo de Sarasate, quien interpretó la parte solista en el estreno. Aunque el tercero (y último) de los conciertos para violín de Saint-Saëns parece imponer menos exigencias técnicas al solista que sus predecesores, su invención melódica y su sutileza impresionista presentan importantes desafíos interpretativos. Este énfasis es más notable en el segundo movimiento y el coral del final, que recuerda la conclusión del Cuarto Concierto para piano. Posiblemente por ello, el concierto de Sarasate junto con la Introducción y el Rondo Capriccioso, op. 28, y la habanesa, op. 83, han perdurado como las principales obras concertantes para violín de Saint-Saëns que todavía se escuchan con regularidad en la actualidad.